¿¿Pienso, luego existo??

19.02.2014 11:27

La dependencia más universal que conozco y a la que estamos sometidos las personas es la adicción al pensamiento.

Quizá el control, el perfeccionismo, la seguridad, y las expectativas sean algunos de los ingredientes que alimentan esa dependencia tan escurridiza...

Estar apegados al hábito de pensar demasiado nos conduce a un estrés mental y en consecuencia a una pérdida de energía absurda que posteriormente necesitaremos para solucionar el problema.

 

¿Qué objetivo tiene  pensar demasiado?

 

Pensar demasiado produce muchísimas consecuencias adversas, ¿eres consciente?: tu estado de ánimo empeora porque remueve tus pensamientos y sentimientos más negativos, no te ayuda por tanto a encontrar la solución a tus problemas pero acaba con las ganas de intentar solucionarlo, por KO mental más que nada,y solo conseguirás un enfoque distorsionado y pesimista de la situación  de la vida, y de ti mismo.

 

¿Te preocupas demasiado? ¿Le das muchas vueltas al sentido, las causas y las consecuencias, los porqués?..Bla, Bla, Bla.

 

Cambia el por qué por un para qué:

 

Si tienes tendencia a pensar demasiado, tu objetivo va a ser desarrollar la capacidad de cortar el pensamiento obsesivo, de reinterpretar y sustituir estos pensamientos por otros constructivos y realistas.

 

Consiste en decirte a ti mismo “basta”, dándote la orden de parar cuando descubres que has vuelto a pensar demasiado y parar inmediatamente de hacerlo. ¡No llenes el depósito!...

 

Darse cuenta de que has comenzado a pensar en exceso y para ello, puedes ayudarte de las emociones, esas señales de advertencia que aparecerán como aviso de una manera desagradable. Entonces te das la instrucción de parar y cambiar el foco de atención a lo que sea que estuvieras haciendo, centra tu atención en la  actividad distractora que te apetezca. Sal y da un paseo, canta, date un baño y cuida tu cuerpo, medita, visualiza algo agradable que dibuje una sonrisa en tu cara, haz lo que te pida el cuerpo. Pero haz algo que poco a poco consiga silenciar a tu mente. Al principio es complicado así que practica la paciencia y la constancia.

 

 

Veinte minutos de caos.

Reservar veinte  minutos todos los días para dedicarte a pensar en exceso…¡si, eso es!. Piensa hasta que te hartes. Dale vueltas y vueltas hasta que no puedas más. Concede-te un tiempo limitado al día para preocuparte, pero un tiempo en concreto, no podrás hacerlo el resto del día, ese será el reto. Si la preocupación aparece en un momento no destinado a ello, deberás posponer-la  hasta el momento acordado. Lo ideal es que esos veinte minutos sean en un momento del día que no estés ansioso o triste, ni antes de acostarte por favor, si te duermes con el “ run run” te levantarás con el “ run,run” Si das el paso y te concedes solo 20 minutos de puro y duro pensamiento, lo mas frecuente es que llegado el momento te resulte antinatural forzar el pensamiento o directamente se te olvide.

 

¿Te cuento mi truco?

 

Salgo a caminar. Caminar es el ejercicio físico más natural y fácil. Camino por la calle a buen paso mirando al frente y acompaso mi respiración a mi paso. consigo que mis ideas o pensamientos tipo “dale que te pego” se evaporen con mi respiración, me centro en todo lo que me rodea, los árboles, la forma de las casas, los niños jugando, pero sobre todo me centro en mis pasos y mi respiración y la verdad es que poco a poco voy sintiendo como una tranquilidad se instala dentro de mi. Al principio cuando yo era una mujer multi-pensante y mi cerebro estaba fraccionado como porciones de quesitos dedicaba a diario cerca de una hora, y ahora me doy cuenta de que cada vez necesito menos tiempo y lo hago menos veces. Me resulta gratificante ver el cambio en mí. Si yo puedo, tú puedes!!

 

¡¡ Tú Decides!!