Una mujer que camina a mi lado...

Una mujer que camina a mi lado…
Perdiendo vuelo entre el cielo y tus ojos contando estrellas al amanecer, he pensado mucho en morir. Morir a tu lado, anestesiada de ilusiones y proyectos…
Me abandono en mi naturaleza profunda, me amputo la capacidad de vivir, entrego mi ser a la dulzura de la tristeza que invade mi alma. Me mato, me aniquilo y dejo de ser, estoy cansada…
Cuando se está triste mentalmente, todo está triste en nosotros, la mirada, las maneras, el timbre de voz…
La función de la tristeza es la de incitarnos a la inmovilidad y a la desaceleración a fin de ayudarnos a repararnos y reconstruirnos.
Si reflexionamos sobe ello, me pregunto si existe una única tristeza. Creo que hay tristezas que nos empoderan y otras que nos hacen pedazos dependiendo de la intensidad con que vivamos esa emoción. En un grado podríamos llamar ligero, nos conecta con el mundo, con lo esencialmente profundo, con ese cordón umbilical existente entre nuestro ombligo y el todo sereno .Esa tristeza me parece positiva pues nos lleva a ser más receptivos, más sensibles al dolor ajeno y posiblemente más empáticos.
La tristeza que nos lleva a la sensación de impotencia, indiferencia y termina minando nuestra esperanza es lo que yo llamo tristeza venenosa porque nos deja vacíos de ilusión, con sensación de fracaso e impotentes ante cualquier posibilidad de vida. La tristeza venenosa se sitúa en primera línea y nos deja el hedor de una sucesión ininterrumpida de duelos y pérdidas...
¿Por qué siempre estamos de duelo por alguna cosa?
Porque toda vida es un proceso de demolición y construcción…
Duelo por la pérdida de un ser querido.
Duelo por una separación.
Duelo por perder la juventud.
Duelo por sueños rotos…
Todo en la vida tiene su final.. pero también tiene su principio.
¿Podemos emborracharnos de tristeza?. Sí, la tristeza es un vicio, un dulce vino que bebemos con tranquilidad sin darnos cuenta hasta que nos convierte en alcohólicos emocionales, bajando los brazos y sin ganas de luchar…Nos quedamos pegados a la tristeza, a lo que no funciona, pegados a lo que nos hace sufrir y nos derrota. Cavilamos pensamientos tristes buscando soluciones tristes…Perdemos la memoria feliz y nos invadimos de presentes tristes, con caras tristes y cielos tristes, caminando tristemente hacia un túnel sin luz.
No es mi deseo haber ensombrecido la moral tras haber leído esto. Ya que se puede salir de la tristeza venenosa y vivir felizmente.
Prestar mayor atención a la forma en que pensamos, como nos hablamos a nosotros mismos porque ese murmullo constante, esas palabras abusivas que nos decimos es lo que debemos modificar si queremos salir de la enfermedad de la tristeza venenosa.
Por ejemplo: si te dices que no te sientes buena madre, define exactamente qué quieres decir. ¿Qué es una mala madre? ¿Qué hace una mala madre? O ¿qué deja de hacer?
Aplica estas preguntas en tu caso, la idea es no dejar pasar los juicios disfrazados que minan tu energía. Imagina un problema o conflicto en tu vida. Ahora imagina que ese conflicto o problema se convierte en una gran tarta redonda, dibújala en un papel si te apetece, ve dibujando las porciones de responsabilidad que tiene cada persona que integra tu conflicto. Delega responsabilidades “no culpas”.
Intentar desterrar el concepto de todo o nada, si las cosas no son como tú quieres no te deprimas por ello, negocia, habla, comunica, pero desiste de la idea de que si no es cómo quieres es porque no eres capaz, ¡¡Eso nunca!!
Eres capaz de ver otras formas, eres capaz de darle la vuelta,eres capaz de ser feliz y hacer feliz a los demás, eres capaz de todo lo que te propongas. Cree en ti y permite que otros crean en ti, regálate la alegría de que otras opciones se acerquen a ti. Atreve-te a desnudar tu alma, mira a la tristeza como maestra y no como compañera de viaje…
Dice un proverbio chino “No puedes impedir que los pájaros de la tristeza sobrevuelen tu cabeza, pero puedes impedirles que hagan nido entre tus cabellos”